El amor sano implica disfrutar de cierta libertad que permite reconocer los deseos propios y respetar los del otro.
El amor de pareja nos hace vulnerables porque señala nuestras carencias y nos arranca de la ilusión infantil de ser omnipotentes (¡podemos con todo!). Quien ama no tiene más remedio que confesarse a sí mismo que quiere al otro porque le falta algo y esto, siempre y cuando no se convierta en patológico, no es nada malo. Y es que la verdadera fortaleza reside en la aceptación de las carencias propias.
En Terapia de Pareja, ya sea durante la relación o tras la ruptura, detectamos muchas veces cómo esas carencias toman la forma de dependencia emocional. En la dependencia se idealiza al otro, que es quien sostiene la autoestima propia. La persona dependiente no disfruta sin la presencia del otro, está dominada por complejos que le hacen vulnerable al abuso y confunde amor con necesidad. La persona dependiente se pone en manos del otro, porque no se siente capaz de hacerse cargo de sí misma. Necesita a su pareja para todo lo que hace, no disfruta con ninguna actividad que no la incluya y tiene necesidad de saber dónde está en todo momento. El dependiente se sentirá protegido por el otro, mientras el más fuerte se sentirá poderoso por saber que su pareja le necesita tanto. Cuando la dependencia es excesiva, la relación puede convertirse en asfixiante o muy tóxica o, incluso, se puede desarrollar una relación de abuso.
En Adamia Psicología ahondamos en la historia familiar de los miembros de la pareja para entender el origen de esa dependencia. Quizás el dependiente arrastre el sentimiento de abandono afectivo por parte de alguno de sus padres (sentimiento que ahora busca compensar con su pareja), y quizás el que recibe esa dependencia se sienta inconscientemente valorado, cosa que alguno de sus progenitores no había hecho durante su infancia. La dependencia emocional remite a la dependencia absoluta que tenemos de la madre al nacer. Para ello, la madre, que es nuestro primer objeto de amor, ha de ser sustituida por otro que en primera instancia será el padre, pero tendremos que sustituirlo también por los amores que iremos encontrando a lo largo de la vida. El problema radica en la no resolución de esa dependencia absoluta con los años, de manera que arrastremos vínculos inseguros hasta nuestra adultez y busquemos en nuestra pareja algo similar a lo que buscábamos en nuestros padres de pequeños. Alcanzar una madurez física y psíquica es lo que nos permitirá resolver estos conflictos de dependencia y vivir con autonomía.
En el amor se elige cuando se ha podido construir una identidad madura. Pero cuando las primeras dependencias no se han podido elaborar de forma adecuada, se tiende a repetir con la pareja un modo de vínculo enfermizo en un intento de reparar lo que se vivió en la infancia y se le da cabida a personas a las que quizás no amemos sanamente, pero sí necesitemos para llenar ese vacío, de manera que no estamos eligiendo sino que nos estamos conformando.
La pareja se convierte en la principal fuente de autoestima, al igual que en la primera infancia pasaba con nuestros padres, a los que idealizábamos. La persona dependiente se valora a través de la pareja y cree que es valiosa porque ese otro, tan capaz, la ha elegido. Por eso la posibilidad de salir de esa dependencia pasa por resolver los conflictos que conducen a no poder valorarse.
En nuestra consulta de psicología en Vigo, en estos casos, trabajamos con el/la paciente la autoestima, la autonomía, el autoconocimiento de las emociones, el egoísmo sano, el priorizarse frente a los demás… Hasta elaborar una identidad propia con valor propio. Y es que, bajo ninguna circunstancia, debemos depositar nuestra valía en manos de otra persona si queremos ser felices. Debemos tomar nosotros el timón de nuestras vidas y, así, despegarnos de nuestros miedos.
Adamia Psicología
Consulta de psicología en Vigo
Llámanos al 640 106 888
Escríbenos a info@adamiapsicologia.es