Terapia de gestión emocional y conductual en Vigo
En nuestra consulta de Adamia Psicología en Vigo trabajamos con novedosas terapias relacionadas con la gestión emocional y conductual, para implicar a toda la familia en ellas, ya que consideramos que el modo de comportarse de los niños/as o la forma en la que piensan, es adquirida a lo largo de los años por lo que ven, escuchan y viven.
Como el ambiente familiar no es el único que influye en la vida de los/las más pequeños/as, también ofrecemos charlas preventivas en colegios para que los sistemas más próximos a los/las niños/as puedan ayudarles en su correcto desarrollo.
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Bullying Acoso Escolar
Acosador, víctima y espectadores, ese es el triángulo del acoso escolar, también conocido como bullying.
El acosador suele ser un niño o adolescente varón y la víctima, por tendencia general, una niña. Los niños suelen mostrar agresividad de una manera más física o declarada (pegan o insultan), mientras que las niñas, de ser ellas las acosadoras, lo harán de una manera más sutil o no declarada, lanzando falsos rumores, aislando a la víctima de su grupo de amigas, etc.
El acosador no tiene por qué ser ni el más fuerte de la clase ni el más seguro, más bien todo lo contrario. Muchas veces situaciones de desavenencias familiares, malos tratos, inseguridades...
Conducta del acosador
El método de éste es dirigir sus burlas, motes, ofensas, amenazas o agresiones hacia alguien que no tiene por qué ser más débil inicialmente, pero que adquiere miedo con el paso del tiempo.
Consecuencias del bullying
Entre las repercusiones de ser víctima de bullying podemos destacar:
- Baja autoestima
- Inseguridades
- Impulsividad
- Trastornos de la Conducta Alimentaria
- Ansiedad
- Pérdida de control de esfínteres
- Retraimiento social
Es importante aprender a manejar estas situaciones, no mostrarse débil, y tener un as en la manga para cualquier ataque u ofensa que se pueda recibir. La peor opción es darle al acosador lo que quiere, porque esto hará que repita su conducta. También es de vital importancia mantener al tanto al colegio puesto que todo (o casi todo) tiene lugar en horario y ámbito escolar.
Trastornos de conducta
Cómo manejar la conducta problemática de nuestros hijos/as. ¡Ya no sé cómo controlar a mi hijo/a! ¡Ya no puedo regañarle, porque me da miedo su reacción!
Ese miedo generado en los padres es precisamente el que refuerza la conducta agresiva del niño o adolescente.
Un comportamiento perturbador o agresivo puede proceder bien de modelos de agresividad vistos en casa, sobreprotección, desavenencias familiares, celos, educación escolar, etc.
Diferentes trastornos de conducta
Fundamentalmente es una conducta aprendida en el sentido en que el agresor ha entendido que con sus acciones violentas consigue finalmente lo que quiere y esto refuerza su conducta y hace que la repita cada vez que quiere obtener algo.
Podemos hablar del Trastorno Disocial (caracterizado por daño a personas, animales, objetos, robos, novillos en la escuela…) y del Trastorno Negativista Desafiante (desobediencia, desafío, llamadas de atención, irritabilidad, venganza, cólera…). Ambos comportamientos son difíciles de manejar como educador, pero su mantenimiento tiene una razón clara: el poder de la familia se ha dirigido al niño/adolescente violento y ha perjudicado a los padres quienes además de perder su autoridad ya no saben cómo tratar a su hijo.
¿Cómo actuar frente a los trastornos de conducta?
Primeramente se debe reconducir el poder a las figuras paternas (puesto que es a ellos a quienes les pertenece) y trabajar el entrenamiento en dar órdenes y, posteriormente, centrarse en el comportamiento del joven, tanto a nivel emocional, es muy común la baja autoestima, frustraciones personales, bajo autocontrol, ansiedad, como a nivel conductual, recibiendo recompensas por sus buenos comportamientos y retirando la atención o cualquier tipo de refuerzo ante los comportamientos negativos.
Este grupo de jóvenes han perdido la noción de lo que está bien y lo que está mal y es precisamente esto lo que se debe enseñar, manejando las consecuencias que tienen sus actos.
Inteligencia Emocional Gestión emocional
La gestión emocional y la Inteligencia Emocional son términos de los que todavía se habla poco, a pesar de ser dos herramientas necesarias para nuestro desarrollo personal. Es bastante inusual recibir educación emocional, por eso solemos llegar a adultos sin demasiados recursos para hablar y gestionar nuestras emociones. Desde pequeños/as se nos insta a esconder, evitar y camuflar nuestras emociones.
La gestión emocional implica identificar nuestras emociones para, a continuación, expresarlas (liberarnos) y entender así de qué manera podemos volver a nuestro estado de bienestar. Las emociones conectan a las personas y son nuestro medio de comunicación por excelencia.
¿Sabíais que existen un total de 42 emociones y 250 términos para referirnos a ellas?
Eufórico/a, radiante, aterrorizado/a, turbado/a, culpable, amargado/a, desconcertado/a, aturdido/a, desesperado/a, deprimido/a, confuso/a, potente, vigoroso/a, furioso/a, exacerbado/a, enfadado/a, oprimido/a, vacío/a, inseguro/a… Y así hasta un total de 250 emociones que experimentamos a lo largo de nuestra vida.
Las emociones bien gestionadas son efímeras, duran un tiempo y se van, a diferencia del estado de ánimo que permanece más tiempo.
A lo largo de un día podemos sentir muchas emociones pero identificarnos con un solo estado de ánimo (tranquilo, agitado, estable, alegre…).
No existen emociones buenas y malas, ¡ni muchísimo menos!
Todas las emociones conectan con una parte de nosotrxs y nos dan información sobre la situación que estamos viviendo y, solo si las escuchamos y atendemos, podremos adaptarnos a las experiencias contribuyendo a nuestra madurez emocional.
¿Creéis que en nuestro lenguaje está instaurado el “yo me siento…”? ¿Creéis que solemos priorizar nuestras emociones en las conversaciones con lxs demás?
Las respuestas son claras: NO.
Estamos más preocupados/as por cómo se sienten lxs demás que por nuestro propio repertorio emocional.
Y esto viene de que no estamos acostumbrados/as a atender a nuestras emociones, en seguida las lanzamos a un segundo plano para ver si molestan menos, pero con lo que nos encontramos es con que el malestar ha ido a más y la bola solo ha hecho crecer.
¿Qué ocurre cuando desatendemos nuestras emociones?
Cuando una emoción no es atendida, nos generará potencialmente más dolor y nos estaremos privando de aprender de ella y de conectar con nuestro entorno.
Erróneamente podemos pensar que es más fuerte aquel o aquella que resuelve sus problemas solo/a, que no pide ayuda… Cuando la realidad es que cuantos más recursos buscamos y cuanto más apoyo o ayuda pedimos, más fortaleza desarrollaremos. Esto es lo que realmente nos convierte en personas emocionalmente fuertes y a ello contribuye nuestra terapia psicológica.