Los celos, ese enemigo tan destructivo en todas las relaciones. Los celos no solo aparecen en las relaciones de pareja, sino que también se pueden manifestar en relaciones familiares (con hermanos, por ejemplo), en relaciones con amistades, en el ámbito laboral… etc. Los celos se han concebido dentro del abanico de las emociones, no como una emoción básica como tal, pero sí como el resultado de la combinación de tres de ellas: miedo (la persona tiene miedo a perder a alguien o a ser reemplazada por alguien), tristeza (derivada de ese miedo y de imaginarse o empezar a vivir sin esa persona) e ira (los celos suelen gestionarse de una manera agresiva o psicológica).
En Adamia Psicología entendemos los celos como la manifestación simultánea de dos sentimientos muy profundos: sentimiento de inferioridad y miedo a perder a la otra persona.
El primer paso para trabajar los celos es admitir que los tenemos, no reprimirlos ni disfrazarlos. Comunicarlos sería el primer paso para nuestro propio bienestar. El origen de los celos se vincula a veces a la infancia, a las relaciones interfamiliares y al sentimiento de inferioridad con respecto a otras personas (por ejemplo, hermanos/as).
Este miedo desproporcionado, y recalcamos desproporcionado porque nuestra vida no debe depender solo de una persona, implica una dependencia emocional cada vez mayor y también un temor enorme a estar solo/a. “Si lo/la pierdo, mi vida no tiene sentido”.
A pesar de que es diferente la reacción típica de las mujeres a la reacción típica de los hombres, entre las consecuencias más generales de los celos encontramos el control de la otra persona, creer que la otra persona es nuestra posesión, la desconfianza cada vez mayor de todo lo que hace o dice, reacciones agresivas, discusiones… etc. Las mujeres solemos manifestar los celos con síntomas depresivos, nos comparamos con esa otra mujer o esas otras personas, nos sentimos inferiores, desplazadas y esto afecta a nuestra autoestima. Por el contrario, el hombre suele canalizar sus celos a través de malas contestaciones y, en el peor de los casos, reacciones agresivas. Lo que suele suceder, tanto en hombres como en mujeres, es que los celos adquieren tal poder que se convierten fácilmente en una obsesión. Una obsesión que ocupa todo nuestro pensamiento.
¿Hay tipos de celos? Podemos decir que sí. Existen los celos “justificados” (me has sido infiel con una persona y ahora siento celos de esa persona o de otras), frente a los celos “injustificados” o delirantes (no me has dado motivos pero mi cabeza se ha encargado de crearlos).
Los celos delirantes o celotipia son los más destructivos puesto que la cabeza de la persona celosa crea una realidad que no se corresponde con los hechos, y monta un puzzle que en su cabeza encaja pero que objetivamente no tiene ningún sentido. De hecho se habla de la “Profecía Autocumplida” en estos casos, porque manifestar celos en la pareja va a provocar que ésta se aleje de ti o bien que esa persona con la que te has obsesionado empiece a cobrar importancia y protagonismo en vuestra relación, cuando al principio no era nadie. “Ves, ya sabía yo que iba a acabar con él, ¡y me decía que no!”. Pues quizás lo hayas provocado tú con tu comportamiento.
¡Ojo! Unos celos que empiezan siendo justificados, es decir, ha habido una razón de peso que los ha despertado, pueden acabar por convertirse en delirantes y perder toda su racionalidad. Lo peligroso de los celos es que si no se trabajan adecuadamente pueden ir a más. Por eso es muy importante atajarlos cuanto antes y, si es necesario, acudir a un profesional.
Los celos sacan a relucir las inseguridades y la baja autoestima de la persona. Son un aspecto muy delicado de las relaciones. Sabemos que muchos de los genocidios son desencadenados por celos delirantes del asesino. Guardan conexión con la parte más débil de la persona, el miedo más profundo a sentirse sustituido/a o a ser adelantado/a por otra persona. Y conforman un círculo vicioso muy complejo: “Cuánto más me celo, más te controlo, peor me porto contigo y más te alejas de mí, entonces crece mi miedo a perderte y más me celo…”.
En nuestra consulta de psicología en Vigo abordamos el tema de los celos. ¿Creéis que se deben trabajar con la persona celosa o con la persona que “provoca” los celos? Desde luego, los celos están en uno/a mismo/a. Cómo una persona o situación nos hace sentir (qué o quién) puede ser el detonante y será necesario analizarlo, pero el origen de los celos está en nosotros/as mismos/as, en cómo nos enfrentamos e interpretamos esa situación. Así que trabajar autoestima, inseguridades, autoconfianza y rasgos obsesivos es la base de una buena Terapia Psicológica para superar los celos.
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