Hoy os traemos al blog de Adamia Psicología un concepto que todos/as conocemos y que está a la orden del día, la necesidad de aprobación social. Esta necesidad guarda una relación muy estrecha con la dependencia emocional de otra u otras personas, así que vamos a desglosarla un poco. Para empezar, os invito a reflexionar con las siguientes preguntas:
¿Borraríais una foto de vuestro perfil de Instagram si no tiene muchos likes? ¿Cuántos más likes recibís más contentos/as os sentís? ¿Necesitáis hacer público todo lo que hacéis, incluso lo que no se corresponde con la realidad? ¿Sólo publicáis fotos retocadas y en las que os veis favorecidos/as? ¿Por qué? ¿Dónde se quedan las fotos en las que se refleja más vuestro “yo” del día a día, las borráis?
Este tipo de preguntas nos pueden ayudar a comprender el tema, ¿verdad que no es tan raro preguntarlo? En las charlas que llevamos a cabo en colegios e institutos siempre las formulamos y las respuestas obtenidas por chavales/as de la ESO hacen que hoy estemos escribiendo este artículo: “Si no llego a 100 likes borro la foto”.
A todos/as nos gusta que nos reconozcan aquello que hacemos bien, que nos den ese refuerzo positivo, ese aplauso… que nos llega como un chute de energía. ¡Qué alegría cuando sabemos que algo nos ha salido bien y, más aun, si papá y mamá nos han felicitado, si nuestros amigos nos han escrito un mensaje para reconocérnoslo, si nuestro jefe nos ha dicho lo contento que está con nuestro trabajo…! Somos seres sociales y emocionales desde el nacimiento, y por ello el apoyo y la aceptación de los demás siempre va a ser importante. El problema radica en si esto lo deseamos (que sería normal) o si lo necesitamos (lo cual podría convertirse en patológico).
Este es un tema que en nuestra consulta de psicología en Vigo abordamos tanto en terapia emocional para adolescentes, en terapia para Trastornos de la Conducta Alimentaria, en terapia de pareja… en definitiva, al tratarse de una necesidad emocional puede aparecer en cualquier caso.
Aunque no solo se manifestaría en Internet, ¡ni mucho menos! Podríamos puntuar muy alto en aprobación social y, sin embargo, tener descuidadas nuestras redes sociales. Por ejemplo, “si el/la chico/a que me gusta tarda dos días en proponerme que nos volvamos a ver será que no le resulto interesante. Por su culpa estoy triste y descanso mal”. ¿Qué argumentos tendríamos a favor de esta afirmación? Racionales, ninguno.
En este ejemplo, estaríamos rozando esa línea tan fina entre la aprobación social y la dependencia emocional. Sea como sea, nos sentiremos bien o mal en función de las reacciones de esa otra/s persona/s. Estamos depositando nuestra valía en sus manos y esto alimentará la imagen pobre que tenemos de nosotros/as mismos/as. La otra persona o “follower” se convertirá en el responsable de nuestros sentimientos, por lo que suele ser tan fácil como erróneo culpabilizarla de nuestro malestar. Estaremos priorizando su criterio, al nuestro propio, y sacrificaremos nuestra verdadera personalidad por las opiniones.
Es imposible vivir en este mundo sin provocar la desaprobación de la gente. Así es la humanidad. Y esto tiene un punto de vista muy enriquecedor y sano. Es bueno darle cabida a la crítica y entenderla como un rechazo a un pensamiento o sentimiento que hemos manifestado, no como un rechazo a nuestra persona. Se estima que por cada opinión que podamos tener, habrá siempre alguien que tenga exactamente la opinión opuesta.
Además, la gente que parece conseguir la mayor aprobación social es precisamente la que nunca la busca, a la que menos le preocupa conseguirla. La felicidad es la ausencia de la búsqueda de aprobación como necesidad. Por eso, la mejor manera de lograrla es no desearla y evitar correr tras ella. Si te consideras una persona valiosa, no te deprimirás cuando te nieguen aprobación. Considerarás la desaprobación como algo natural.
¿Qué opináis? ¿Creéis, como nosotras, que el ritmo de la sociedad está muy ligado a la constante aprobación social?
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