Trauma: acontecimiento que afecta en exceso, desequilibrando muchas áreas de la vida de la persona y generando mucho estrés.
Produce en el subconsciente una huella permanente o que se tarda en superar. En nuestra consulta de psicología en Vigo explicamos que hay dos enfoques en relación a qué acontecimientos pueden convertirse en traumáticos: por una parte, hay teorías que sostienen que existen una serie de sucesos vitales (objetivos) que podrían resultarnos más o menos traumáticos a todos. La otra vertiente defiende que si algo resulta traumático se debe a características personales (subjetivas) y situacionales del individuo, por ejemplo, su edad, su educación familiar, sus experiencias pasadas, sus criterios y valores, la cultura en la que se encuentre inmerso… De manera que un acontecimiento resultará traumático en la medida en que la persona lo procese como tal. Por eso, un mismo hecho puede resultar traumático para un individuo pero no para otro.
Sea cual sea la postura asumida, el punto común entre ambas es que A MAYOR CAMBIO producido en la vida de la persona, mayor será la probabilidad de que se convierta en algo traumático y de que ésta enferme. Los traumas más graves y crónicos se dan cuando el acontecimiento tiene lugar en un ambiente conocido y seguro y está vinculado a una persona conocida (por ejemplo, haber sufrido abusos sexuales por parte de un familiar en la casa familiar).
¿Cuándo sabemos si algo vivido se ha convertido en traumático? Algunos de los síntomas que se experimentan tras un trauma son emocionales, otros afectan a la memoria y otros son más fisiológicos. Los especifico a continuación.
A nivel emocional la persona se puede sentir anestesiada, “ni siento ni padezco”, el afecto se vuelve plano, inexpresivo, como si se estuviera en una burbuja. Esto lleva a que muchas veces se eviten ciertas conversaciones, ciertos lugares, ciertas actividades… que se mantienen conectadas con el recuerdo del trauma. Otro síntoma es la reexperimentación o flashback que pueden manifestarse en forma de imágenes repentinas que aparecen en la memoria, de sonidos, de sensaciones, de pesadillas recurrentes… que son casi automáticas y no se pueden controlar. También consiguen mantener vivo el amargo recuerdo. El tercer síntoma nuclear lo constituyen afecciones en la memoria, como la amnesia disociativa, que es ese mecanismo de defensa que olvida y elimina de la memoria aquello que no queremos recordar. Por eso algunos niños o adultos agredidos sexualmente no logran recordar cómo se desarrolló el acto. Y, ya por último, otro de los síntomas que se experimenta es la hiperreactividad que se puede traducir en odio o ira hacia la persona que vinculamos al suceso traumático.
En Adamia Psicología, les comentamos a los pacientes que para poder superar un trauma o para trabajar el T.E.P.T. (Trastorno por Estrés Postraumático) será necesario exponerse a esos recuerdos, a los sucesos, a las situaciones evitadas… pero haciéndolo de manera gradual. Hablar de ello hasta perderle el miedo y hasta verlo desde otro enfoque menos perturbador.
De esta manera se conseguirá reprocesar la información y dejar a un lado el estrés vinculado al trauma. La aceptación de los sucesos traumáticos, la descarga y la superación son el camino para poder vivir felices. Entender que ha sido algo que no ha dependido de nosotros y con lo que no nos identificamos. Y, sobre todo, perderle el miedo. Si nos desprendemos del miedo, nos desprenderemos del recuerdo.
Adamia Psicología
Consulta de psicología en Vigo
Llámanos al 640 106 888
Escríbenos a info@adamiapsicologia.es