Hoy, en Adamia Psicología, os traemos un artículo acerca de las particularidades de un trastorno de conducta, como el negativista desafiante y el disocial, y posibilidades de intervención en el aula, por su relevancia en este ámbito. Es necesario tener en cuenta, que ante estos casos la intervención debe ser multidisciplinar, trabajando conjuntamente el profesorado, con los orientadores, psicopedagogos y, en la medida de lo posible, también la familia. Pero realmente, ¿en qué consisten estos trastornos?
Trastorno Negativista Desafiante y Trastorno Disocial
Ambos son considerados trastornos de conducta perturbadora. En el primero destacamos un comportamiento negativista, hostil y desafiante, mientras que el disocial el patrón de comportamiento se orienta a violar los derechos básicos de otras personas o normas sociales, con agresiones y destrucción de la propiedad, entre otros.
Cuando estos trastornos se desarrollan, es importante conocer la historia de la persona. Pueden haber influido factores genéticos e individuales, familiares, sociales y el estilo de educación parental. Por eso es importante que las familias se vean implicadas en el proceso de cambio.
Por lo tanto, debido a las características de estos trastornos es lógico pensar que afectan al buen desarrollo del aula e incluso al bienestar del profesorado. En nuestra consulta de psicología en Vigo hemos atendido a personas desbordadas por este motivo, con ansiedad, y que no encontraban las herramientas adecuadas para hacer frente a este tipo de comportamiento.
Opciones de intervención en el aula
Para elaborar estas opciones, nos hemos servido del artículo de Ramadán Rubio y Giménez-Gualdo, Deteccción e intervención en el aula de los trastornos de conducta, para acercar su conocimiento a nuestros/as lectores. Antes de nada, aclarar que desde Adamia Psicología, entendemos que las guías del profesorados son muy ajustadas y que cuesta llevar a cabo medidas como las que vamos a comentar, pero consideramos que cuando hay una interrupción constante en el aula, esta guía tampoco se puede seguir, por lo que buscando un cambio se podrán conseguir desarrollos diferentes.
- Elaborar una actividad en la que sea el alumnado de la clase el que elabore, asesorado finalmente por el profesional, una serie de normas de conducta de aula claras y explícitas. De esta forma el alumnado se sentirán más partícipes y responsables en su cumplimiento.
- Realizar dinámicas de grupo basadas en sus propias emociones, fomentando la empatía entre ellos y la autoestima de cada uno/a.
- No reaccionar ante las posibles manipulaciones e intentar tratarlos a todos/as por igual.
- Responder siempre de la misma forma, aceptando los límites que están establecidos.
- Hacerles partícipes en el desarrollo de las actividades del aula, facilitando la posibilidad de elección.
- Buscar actividades para realizar entre grupos, fomentando de esta forma el trabajo cooperativo.
- Elaborar con ellos técnicas de estudio y aprendizaje que les ayude a entender lo que aprenden y la importancia que tiene en el futuro.
- Reforzarles positivamente ante las buenas actitudes y hacer caso omiso de las faltas leves.
- Elaborar actividades motivadoras para el alumnado.
- Fomentar los turnos de habla en el aula, enseñando de esta forma la importancia de escuchar para aprender y dando voz a todos/as.
Parecen cosas sencillas, que sin embargo al ponerlas en práctica en el aula, al principio, puede resultar costoso debido a que el alumnado no está acostumbrado a este tipo de interacción profesor-alumno. En Adamia Psicología entendemos que cuando las interacciones que llevamos a cabo para que algo funcione, fallan, hemos de buscar otras alternativas. De ahí la importancia de tener opciones diferentes para poner en práctica y buscar cuáles son las que mayor acogida tienen en nuestro aula.
Si nos estás leyendo y eres profesor/a... ¿te has encontrado con este problema? ¿Cómo lo has afrontado?
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