Vivimos en una sociedad que nos permite estar conectados/as en todo momento gracias a los avances tecnológicos y, en especial, a las redes sociales. Es un hecho que las plataformas como Facebook, Instagram o Twitter facilitan el contacto del/a usuario/a con sus amigos/as a pesar de la distancia, además de promover un sentimiento de apoyo social y de pertenencia a un grupo, aspectos especialmente importantes en el desarrollo de la autoestima durante la adolescencia. Sin embargo, el uso de dichas redes se puede volver problemático cuando provoca aislamiento, ansiedad, afectación de la autoestima y pérdida de control, convirtiéndose fácilmente en una adicción. Otra de las consecuencias negativas recientemente estudiadas es el Síndrome FOMO (siglas en inglés de Fear Of Missing Out, lo que significa: temor a perderse algo).
Przybylski, Murayama, DeHaan y Gladwell definen el Síndrome FOMO como la aprehensión que se puede sentir al saber que otras personas están teniendo experiencias en las cuales uno/a no está presente. Esto provoca la necesidad de estar continuamente conectado para saber qué hacen los demás. De tal modo que este miedo a perderse algo (FOMO) conduce a la creencia de que otros/as pueden estar divirtiéndose mientras uno/a no está disfrutando tanto, y a preocupaciones como la de perder una oportunidad de interacción social, una experiencia novedosa, un evento memorable o una simple foto con muchos likes.
Todo ello puede traducirse en miedo a que dejen de contar con nosotros/as, lo que esconderá un claro miedo al rechazo o al abandono y/o soledad.
En nuestra consulta de psicología en Vigo sabemos que la adolescencia representa el grupo etario que más utiliza las redes sociales, por lo que también es el más sensible y vulnerable a sufrir este síndrome. De hecho, algunas investigaciones sugieren que el FOMO puede ser una respuesta dada a causa de una falta de afectividad en esta etapa, lo que lleva a un uso excesivo de internet y redes sociales para así aliviar el malestar emocional gracias al "apoyo grupal" que suponen. Siendo las redes sociales, finalmente, una clara fuente de ansiedad.
Este síndrome podría derivar en una menor salud física y mental, aumentarían los síntomas de ansiedad, tristeza y soledad, problemas relacionados con la calidad del sueño e insatisfacción general con la vida. Puede tener consecuencias negativas, tanto en el ámbito académico en el caso de los/as adolescentes, como en el profesional cuando son mayores. Por lo tanto, sería interesante que recibiéramos información y estrategias de uso responsable, tanto en la familia, como en la escuela y la sociedad, para realizar un uso adecuado y evitar así la aparición del Síndrome FOMO.
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