Llega de nuevo la vuelta al trabajo y a nuestras rutinas diarias, y nuestra cabeza necesita tiempo para pasar del “modo vacaciones” al “modo trabajo”. Ya sabemos lo que cuesta… Y esto puede generarnos sensación de estrés, ansiedad, apatía... La pregunta que todos nos hacemos es, ¿existe la depresión postvacacional? Desde Adamia Psicología no lo etiquetaríamos como una depresión puramente estricta, pero lo que sí es cierto es que se pueden experimentar síntomas depresivos fruto de la frustración que supone volver a adaptarse al trabajo.
¿Dónde radica el problema? El problema radica en que cuando estamos de vacaciones solemos vivir experiencias algo excepcionales y fuera de lo común, que no se corresponden con nuestro día a día más rutinario. Vamos a poner un par de ejemplos:
Estoy en otro país trabajando, pero vuelvo por unos días a mi ciudad natal, y justamente nos reencontramos los amigos de toda la vida (los cuales muchos también están fuera), programamos escapadas, nos vamos de camping… y todos hacemos más esfuerzos por adaptar nuestras agendas para vernos.
Hago un viaje a Tailandia, desconecto del móvil personal y del móvil del trabajo. Descubro playas espectaculares, tomo el sol, pruebo comidas nuevas, hablo otros idiomas y practico por primera vez la meditación.
¿Te sientes identificado/a con alguno de estos ejemplos? Si los analizamos fríamente, podremos ver que todos ellos son planes difíciles de ejecutar en el periodo no vacacional. Debemos evitar pensar que si retornáramos a nuestra ciudad natal, tendríamos la agenda llena de planes todos los días ya que nos daríamos cuenta de que las personas de nuestro alrededor trabajan o reenganchan con sus responsabilidades y ya no les compensará hacer sobreesfuerzos por vernos porque seríamos más accesibles (lo cual es normal). En definitiva, lo primero que debemos crear son expectativas realistas, teniendo claro que lo que se vive en vacaciones es algo excepcional.
Desde nuestra consulta de psicología en Vigo también recomendamos intentar llevar a nuestro presente, en la medida de lo posible, aquello novedoso que nos aportaron las vacaciones, para que lleguemos a la conclusión de que no sólo en vacaciones podemos disfrutar de ciertas cosas. Volviendo a los ejemplos anteriores, “En vacaciones pude ver a mis amigos, probar la meditación, ir a la playa, desconectar del móvil…”. Pues bien, esto es lo que debemos llevar a nuestro presente para adaptarnos lo mejor posible al cambio. ¿Cómo hacerlo? Para los casos mencionados, programando el próximo viaje con nuestros amigos y empezando a motivarnos por el reencuentro, apuntándonos a clases de yoga en la ciudad en la que vivimos para volver a conectar con la meditación, planteándonos apagar el teléfono móvil un par de horas al día o los fines de semana, etc. De esta manera el cambio será más gradual y no experimentaremos tantos síntomas depresivos una vez finalicen nuestras vacaciones. Porque a mayor cambio, más frustración sentiremos.
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