El término bullying (o acoso escolar) proviene de “Bull-” (toro), de ahí que haga referencia al comportamiento agresivo iniciado por “un toro o bully” hacia alguien que no puede defenderse. Las primeras manifestaciones de violencia se dan en la adolescencia (de los 9 a los 14 años), pero la génesis se inicia ya en la infancia. De manera que en nuestra consulta de psicología en Vigo lo abordemos en Terapia para Adolescentes.
El bullying es un problema que se agrava más, cuanto menos se mira. Y aunque sus efectos no se ven a corto plazo, suelen arrastrarse toda la vida.
La agresión iniciada por niños (varones) se denomina agresión física o declarada, que tiende a manifestarse a través de golpes, peleas o insultos; mientras que la agresión cabeceada por niñas toma la forma de una agresión no declarada, que juega más con factores psicológicos, como puede ser a través de rumores falsos o de hacer esfuerzos por desplazar del grupo a esa persona.
El triángulo de acción en una situación de bullying estará protagonizado por: líder (“bully”, líder negativo); víctima (no tiene porqué ser insegura al inicio, se volverá insegura con la situación); espectadores (aliados sólo por temor).
El primer paso que se debe dar si se es víctima de una situación de bullying, es contárselo a un adulto que sea fuente de escucha y seguridad.
En relación al acosador, los jóvenes deben saber que la clave está en no reforzar sus comportamientos y no hacerle sentir importante con su actitud de acoso hacia la víctima. Digamos que el bullying se mantendrá siempre y cuando el bully obtenga una recompensa (por ejemplo, reconocimiento en la clase).
A continuación, sintetizamos qué hacer en una situación de bullying ante cada tipo de manifestación, cuando se asume el rol de víctima.
Si soy víctima de bullying, ¿qué debo hacer ante…?
BURLAS: no responder (para evitar que el bully siga con su juego); ignorarlas; responder a la burla como si fuera un halago (“veo que te encanta mi nariz”); devolver la burla con sarcasmo (“el mundo necesita de gente como tú”); alabar y mostrarse de acuerdo con la burla (“sé que tengo la nariz grande, gracias por haberte fijado”).
OFENSAS/INSULTOS: “no me insultes porque no seguiré jugando/estudiando contigo”. No aferrarse a las palabras del otro, lo que dice el bully no es la realidad.
AMENAZAS: valorar de quién o quiénes provienen, avisar al profesor y poner distancias. Estar acompañado.
ROBOS: tener vigilado el material. Si empiezan a tirar sus objetos, meterse en el juego.
VIOLENCIA FÍSICA: plantearse la denuncia; recurrir a los responsables del agresor; escuchar a la víctima y darle seguridad; “veo que no dejas de tocarme, debo de resultarte interesante” (responder sin violencia y descolocar al agresor).
RIDICULIZACIÓN: ante defectos físicos, no esconderlos. Aceptarlos y contestar: “¿y?”. Si el bully crea en la víctima un complejo, estará consiguiendo lo que quiere.
RUMORES: recurrir al tutor; desdramatizar, con sentido de humor, con la intención de descolocar a la otra persona (“me han dicho que eres tonto”, y moverse como un gorila).
SI SE METEN CON SU ENTORNO: tener claro que no ofende quien quiere, sino quien puede. No hay mayor desprecio que no dar aprecio. Deberá comunicárselo a la familia, y que ésta busque una solución al respecto.
¡Esperamos haberos ayudado y orientado con este artículo!
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