El cáncer, nuestro mayor miedo.
Estoy segura de que muchas de las personas a las os puedan llegar estas palabras, sentiréis empatía o bien os identificaréis con la persona que ha colaborado con Adamia Psicología para este artículo. El cáncer es una enfermedad demasiado frecuente en nuestra sociedad que tarde o temprano acaba llegando y empieza a ser algo real, está cerca de nosotros. Y me atrevería a decir que es el diagnóstico (o, si no, uno de ellos) que más vuelco le puede dar a la vida de la persona y a su entorno.
A nivel psicológico se convierte en un estallido, un vis a vis demasiado fuerte con la realidad. Hace que todos nuestros miedos salgan a relucir de golpe, y que nuestra razón no entienda. Empiezan las dudas como “¿Por qué a mi hijo si es un niño y apenas ha vivido?”, “¿Por qué a mí si todavía soy joven?”, “¿Por qué a mí si justo ahora me empezaban a ir bien las cosas?”, “¿Por qué a mí si siempre me he cuidado mucho?”… “¿Por qué a mí?”…preguntas infinitas a las que nunca se les encuentra una respuesta.
Es una enfermedad que llega y lo mueve todo. Lo desestabiliza todo. Y, como en otras situaciones difíciles de la vida, la persona atraviesa una serie de fases hasta llegar a aceptar la situación y buscar soluciones alternativas o adquirir otra filosofía de vida. Una de las primeras reacciones es un estado similar a un enfado con la vida o ira hacia nuestro alrededor y esto no es más que una muestra de la frustración generada porque la enfermedad ha llegado y nos ha señalado; después se suele iniciar una especie de negociación con la vida del estilo “tú me has dado el cáncer pero ahora me vas a permitir que haga el viaje que siempre he soñado”; luego llegaría el dolor emocional y, ya por último, la aceptación. Es bueno entender que estas fases son la expresión de nuestras emociones y que será normal, necesario y bueno experimentarlas y comprenderlas.
También los familiares de las personas con cáncer lo sufren, de ahí el título que escogimos para este artículo. Contamos con las palabras en forma de carta de una persona que ha vivido la enfermedad en un familiar muy cercano y, tal y como dice el título de la carta, lo que tengas tú, lo tendré yo.
Hace tres días celebrábamos el Día Mundial Contra el Cáncer y nos gustaron mucho las palabras que escuchamos en la televisión en boca de una joven luchadora de tan sólo 24 años a la cual le diagnosticaron cáncer ya seis veces a lo largo de su vida:
“Hay una concepción social de que tener cáncer es incompatible con ser feliz, y yo me siento la persona más feliz del mundo”. (¡Bravo!)
El objetivo es que con esta carta podamos lanzar, transmitir…un mensaje positivo hacia esta cruda realidad. Ya que todo lo cambia y todo lo mueve, darle cabida también a este tipo de mensajes e iniciativas, para que sirvan de luz al final del túnel. Como veis en la foto, para que sean como esa bengala que no se apaga en medio del inmenso mar.
Aquí os dejo sus palabras:
“Tienes cáncer. Tengo cáncer. Tenemos cáncer.”
Los años pasan y me enseñan. Me enseñan y me recuerdan la cantidad de veces que he gastado mis energías en preocuparme por cosas prescindibles, problemas con solución o simples obstáculos de la vida que necesitaba para aprender. Y ese momento llegó, en el que te das cuenta del tiempo perdido y del golpe que te acaba de dar la vida. Ese golpe sí que es real, y estás tú. Te daría todo lo que pudiera, todo lo que necesitaras. Me pongo en tu piel. Estoy en tu piel a cada instante, contigo, y ojalá esto no estuviera pasando, y menos a ti. Quizás la vida nos esté enseñando que todavía podemos ser más fuertes, y lo seremos. Jamás vi a nadie enfrentarse al miedo con tanta valentía y coraje. Estamos aprendiendo y creciendo juntos, conociendo nuestra parte más débil, más rota. ¡Qué fácil fue la vida hasta ahora y yo no lo sabía! Pero los sabores amargos tienen final. Y ese final llegará pronto y lo celebraremos con nuestra parte más fuerte, que será inquebrantable. Esto me ha enseñado que tal vez sea el momento de sacar mi yo más honesto, detenerme un momento a pensar y valorar lo que de verdad importa. Y, a partir de ahí, vivir. Sólo vivir. Te quiero y te admiro. Eres mi héroe.
Aunque en nuestra consulta de psicología en Vigo la psicooncología no constituye una de nuestras especialidades y, es más, consideramos que es un ámbito que necesita de personas expertas realmente formadas y volcadas, sí que entramos en contacto con sujetos que lo padecen y sus familiares, y compartimos con ellos y con ellas su tristeza, su dolor, su depresión, su ansiedad... y desde aquí queremos transmitirles todo nuestro apoyo y nuestra admiración. Nunca dejaremos de aprender de nuestros pacientes. ¡Gracias!
Adamia Psicología
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