Palabras de paciente: "Querida mamá, nada de esto es tu culpa. Que yo tenga un TCA no implica que tú hayas fallado como madre en ningún caso. Quizás la autoexigencia de ambas ha salido de esta forma, y quizás mi recuperación nos enseñe a ser más compasivas con nosotras y entre nosotras. Tú me cuidas más que nadie y me quieres de forma incondicional, pero ha sido inevitable. Nadie lo ha elegido. Cuídate y quiérete, por favor. Acompáñame, pero no es tu responsabilidad salvarme. Juntas podremos. Pero cada una en su lugar. Te quiero y me siento más unida a ti que nunca".
Desde Adamia Psicología nos gustaría exponer la relación entre las madres y los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA). El objetivo de este artículo NO es culpabilizar, ¡todo lo contrario! Sino exponer parte de la relación que existe entre el TCA y el papel de la figura materna.
Sabemos que hay ciertos rasgos en la figura materna, como pueden ser la sobreprotección, la rigidez o la evitación del conflicto, promover conductas como el fat talk (hablar mal del propio cuerpo o ajeno), practicar la cultura de la dieta... entre muchas otras causas que, en el debut del trastorno (que es un acontecimiento multicausal), pueden precipitar o mantener su curso.
Muchas hijas toman como ejemplo de vida e ídola a su madre en toda su esencia, el cuerpo de su madre, la profesión de su madre, el carácter de su madre, las decisiones de su madre... Todo nace de una profunda y bonita admiración, pero acaba por convertirse en una fusión peligrosa para ambas partes. La paciente se encuentra en una relación codependiente con la figura materna, y la madre sufre en primera persona la enfermedad de su hija, pudiendo incluso caer también enferma.
Por ello, es muy importante cuando intervenimos en un Trastorno de la Conducta Alimentaria trabajar bajo un enfoque sistémico y contar con el apoyo de la familia, especialmente con la madre, ya que suele desempeñar un vínculo muy estrecho con el/la paciente.
Este trabajo cobrará especial importancia en su futura recuperación, por eso nos gustaría comentar una serie de pautas que pueden ayudar en este vínculo:
· Acompañar desde la calma, no desde la ansiedad o culpa. Convertirnos en ese "delfín" que está a su lado, salvaguardando pero respetando los tiempos y los espacios, sin presionar ni coaccionar, con expectativas realistas, conociendo que el curso de la recuperación de un TCA no es lineal.
· Practicar la autocrítica y buscar soluciones, no buscar culpables externos. Disminuir en primera persona la autoexigencia, liberarse del sentimiento de "mala madre" y la culpa implícita y trabajar en la relativización de los errores. No recurrir en ningún caso al chantaje emocional para conseguir que el/la paciente coma.
· Permitirse participar en grupos de apoyo, no dejarse llevar por la vergüenza ni ocultar o estigmatizar la enfermedad. En Adamia Psicología ofrecemos una Escuela de Familias para poder dar este apoyo y cuidar a los/as cuidadores/as.
· Extraer un aprendizaje y mejora familiar, evitar caer en una familia “enferma”. La recuperación de un TCA supone muchas mejoras a nivel familiar, como un clima emocional más abierto, aumento de la confianza y/o mayor cercanía entre los miembros. Es una gran lección para la Inteligencia Emocional del sistema familiar.
· Hablar y valorar la mejora emocional, no reducir las interacciones o conversaciones a peso centristas. Reconocer cada mínimo paso que el/la paciente consiga, mucho más allá de lo alimentario.
Sabemos que el camino no es fácil, por eso nos gusta deciros que no estáis solas y podemos acompañaros.
¡Las que cuidáis os merecéis ser cuidadas!, y en Adamia podemos y queremos ayudaros.
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